Por Bea Madroñal.
El pasado 5 de mayo fue la Ultreya diocesana. Una ultreya donde tuvimos la oportunidad de compartir con toda la comunidad de cursillos de Madrid una de las dinámicas que sustentan la formación cada semana en el movimiento.
La Ultreya empezó con una misa, en ella pudimos vivir todos juntos el sacramento de la comunión. Y así empezó el rollo, siendo cada uno de nosotros sagrario del Señor. El Rollo en esta ocasión lo proclamó Santiago Jiménez, donde nos enseñó cómo recibir al Espíritu Santo. Hizo ver la importancia de vivir todo junto al Señor, también las tragedias, ya que estas a su lado se convierten en Gozo. Por otro lado nos recordó la importancia del sacramento de la confesión, y la forma de detectar cuando nos hace falta: cuando perdemos la paz, la gracia, la alegría son una señal de alarma de que debes volver al Señor.
Como he dicho antes la Eucaristía es el centro de la vida de un cristiano. La Iglesia vive de la eucaristía, de postrarse delante de un sagrario. Cuando el Señor está en el centro, se nota, y se nota en la ausencia del miedo, esto nos indica que llevamos al Señor cerca. Por último, nos hablaron de las tres pes fundamentales en nuestro camino hacia la Santidad. Somos pequeños y dependemos del Señor para TODO, somos presentes, no podemos pasar disimuladamente, el Señor nos ha encendido y debemos llevar su luz siendo reflejo de Él en la tierra. Y somos potentes porque el Señor se sirve de nosotros, de todo lo que hacemos para darse a conocer al mundo, el Espíritu Santo busca formas tan originales de hacerse presente y entrar en nuestros corazones. La Ultreya Diocesana fue un reencuentro precioso con la comunidad y con el Señor. De colores.