Ultreya Inicio de Curso: “Evangelizar desde lo concreto”

Después del verano, siempre siento que comienza una etapa nueva. El curso se abre lleno de retos e ilusiones. Este año, comenzar con la Ultreya de Inicio de Curso ha sido como un soplo de aire fresco, un verdadero regalo que me ha ayudado a poner orden en mi interior y a encarar lo que viene con alegría renovada. No es simplemente un encuentro de calendario; es un momento en el que me reencuentro con mi comunidad y, sobre todo, con el Señor que me envía de nuevo a vivir mi misión.

Desde el primer momento, el lema “El Espíritu me ha enviado a evangelizar” resonó en mí con fuerza. No es una frase más, es la raíz de lo que somos y de lo que se nos confía. A veces en la rutina del curso, entre trabajos, estudios, responsabilidades o actividades, se me olvida que todo lo que hago tiene que estar sostenido por esta certeza: “El Espíritu me envía”. No soy yo quien inventa la misión. ni quien se da fuerzas a sí mismo, sino que es Dios quien me impulsa y me regala su gracia para anunciarlo en lo cotidiano.

Disfrutamos de un rollo proclamado desde el corazón y resonancias llenas de ilusión y de servicio a la Iglesia sobre todo las referentes a las misiones en Perú y en Japón.

Escuchar a hermanos y hermanas que han entregado su tiempo y su vida para llevar el Evangelio a lugares tan distintos me conmovió profundamente. Perú, con su cercanía cultural y su calor humano, y Japón, con la dificultad de entrar en un mundo tan diferente, mostraban dos caras de la misma realidad: Dios actúa allí donde se le abre una puerta. Ver sus testimonios, sus luchas y sus frutos me recordó que la misión no está reservada a unos pocos, sino que todos estamos llamados, desde nuestra realidad concreta, a ser testigos de Cristo.

Además, me hizo pensar que, aunque yo no viaje físicamente a otro país, también en mi entorno hay un “Japón” y un “Perú” que necesitan del Evangelio. A veces es mi familia, mis amigos o mi trabajo. Otras veces son personas que me cruzo en el camino y que esperan, sin saberlo, una palabra de esperanza o un gesto de amor. La misión no empieza lejos, sino en lo cercano. Y la Ultreya me ayudó a mirar con otros ojos mi día a día, como un verdadero campo de misión.

Otro aspecto que agradecí mucho fue el reencuentro con la comunidad. Después del verano, en el que cada uno vive ritmos distintos y se dispersa, volver a vernos todos, compartir, cantar, rezar y escuchar juntos, me devolvió la certeza de que no camino solo. Formar parte de una comunidad viva me sostiene, porque sé que detrás de cada rostro hay alguien que también lucha por ser fiel al Evangelio y que reza por mí. La comunión se palpa en estos encuentros y, aunque pueda sonar sencillo, es uno de los regalos más grandes que el Señor nos da.

Espiritualmente, sentí como si me recargaran las pilas. El verano me había dejado un poco desordenado interiormente, con momentos de sequedad y distracciones. La Ultreya de Iniciación de Curso fue para mí una sacudida espiritual: me recordó lo esencial, me devolvió la pasión por la misión y me reubicó en lo verdaderamente importante. Es como si hubiera hecho un alto en el camino para escuchar la voz de Dios que me dice: “No tengas miedo, yo estoy contigo, te envío”.

Salí con ganas renovadas de afrontar el curso, no como una lista interminable de tareas, sino como una oportunidad para evangelizar desde lo concreto. Cada clase, cada reunión, cada conversación puede ser un espacio para sembrar la alegría del Evangelio. Y cuando lo miro desde esa perspectiva, incluso lo más pequeño adquiere sentido.

En conclusión, la Ultreya de Inicio de Curso ha sido para mí un verdadero impulso espiritual. Me ha recordado que no camino solo, que la comunidad es mi apoyo y que el Espíritu me sostiene en la misión. He comprendido que, aunque el año se presente lleno de retos, no se trata de mis fuerzas, sino de abrirme cada día a la acción de Dios en mí. Como decía el lema, “el Espíritu me ha enviado a evangelizar”, y mi deseo es que todo lo que viva este curso sea respuesta fiel a ese envío.

¡DE COLORES!

Paco Gil 

Todas las noticias

Fallece Monseñor Don José Antonio Álvarez, obispo auxiliar de Madrid

Querida familia de Cursillos: Hoy hemos amanecido con la triste noticia del fallecimiento de D. José Antonio, obispo auxiliar de Madrid, nuestro querido Pepe, como le llamamos cariñosamente los cursillistas de Madrid. Nos unimos en oración a toda la Iglesia de Madrid para pedir por su entrada en el Cielo y por el consuelo de su familia. Que su paso a la casa del Padre sea un revulsivo para creer y esperar en el Señor. Está en sus manos. Las mejores. Salvados en la esperanza que nunca defrauda.

Bienvenidos

ÚNETE A NOSOTROS

CURSILLOSMADRID

Gracias por tu colaboración

Bienvenidos

ÚNETE A NOSOTROS