La Ultreya de la Conversión de San Pablo ha sido una puesta a punto de lo que realmente importa que, aunque es algo que sabemos dónde está la meta, a veces nos despistamos y nos vamos por otros caminos de la vida cotidiana y, aunque importantes también, dejamos de ver el objetivo. En mi caso concreto no tenía pensado ir puesto que trabajaba, pero por cambios un día antes, se quedó libre ese momento para poder asistir. Además, pude acudir con mi prometida. Muy providencial.
Fue un regalo de rollo ya que, pesé a sufrimientos y cortar con algunas relaciones, el Señor siempre saca su provecho. A veces me preocupo por algo que ni siquiera está en mi mano, aunque piense que sí, y al final es Él el que nos da y nos quita porque sabe qué es lo mejor para nosotros. No puedo acabar sin pedir oración por Jorge Gutiérrez que nos dio un testimonio de fe y remató el rollo proclamado llevándolo al extremo con la propia vida que se nos da y se nos quita.
Creo que esta fiesta de nuestro patrón se puede resumir en el Kerigma de: “ld al mundo entero y proclamad el Evangelio.” ¡De colores!
Joaquín Lafuente