¡Hola! Mi nombre es Juan Bosco Llandres. Hice mi cursillo en febrero de 2019 invitado por mis hermanos y he tenido la suerte de disfrutar de cuatro convivencias de Pascua de jóvenes en esta gran comunidad, dos de las cuales he pertenecido al equipo de música.
Si algo caracterizó este año a la convivencia, eso fue la fraternidad. Durante los oficios, durante los tiempos libres, se respiraba un amor y un cariño entre todos muy especial, prueba de ello es la cantidad de “Emaús” extraoficiales que se generaron: todos hemos cuidado de todos y se han generado vínculos de amistad en Cristo de una fuerza sobrecogedora.
Yo, en mi caso, he tenido el regalazo de celebrar el aniversario de mi reunión de Grupo, ya que nació en la Vigilia Pascual del año pasado. Si ya en la anterior Pascua estos hermanos fueron un regalo que me cayó del cielo, este año he podido afianzar y profundizar en la amistad fraterna con estos tres grandes amigos que me ha puesto el Señor en el camino. Poder contemplar todo lo que hemos crecido en un año es emocionante y poder mirar hacia el futuro en su compañía es un gran privilegio, poder contar con ellos en el presente para cualquier cosa y en cualquier momento es un regalo impagable.
Lo segundo más característico de esta Pascua ha sido el buen humor y la alegría. Mi abuelo decía siempre: “El humor es la cualidad del amor”, por lo tanto, es otra prueba de esta fraternidad y cariño que se mascaba en el ambiente. Sin duda, el Espíritu Santo ha obrado en nosotros como comunidad y nos ha encendido los corazones para seguir caminando y propagar la luz y la alegría de la Pascua por nuestros ambientes todos en compañía de todos.
El Espíritu Santo ha descendido de los cuatro vientos y ha revivido a estos huesos muertos para vivir unidos en Él.
¡De Colores!